Salir de casa y levantarse el cuello de la cazadora. Llegar a Montia acompañado de la lluvia. Encender la chimenea del privado. Salir al campo: macrolepiotas, todo tipo de boletus, ¿y cesáreas?, quizá. Recolectar las acelgas y las coles del huerto. Preparar la tierra para el proyecto de los germinados. Ver ahora esa lluvia regar el huerto. Oír el agua caer sobre la cristalera de la sala. Refinar nuestros guisos, nuestras técnicas, nuestros emplatados.
¿Cómo quedarían unos callos cocinados dentro de una tripa? La bonita historia que hemos hecho con Carlos Solana, nuestro panadero del obrador de Abantos, para el pan de la próxima caja. Pensar una receta para la liebre. La cosecha del 2022 ya fermenta en la bodega, otro sueño cumplido. Llega el frío. Nos apetece mirar hacia dentro. A Montia le sienta de lujo el otoño