“Últimas Gotas”.
Si acudes a Internet, el precio de este vino es desorbitado. Su escasa producción y que detrás esté el viticultor de culto de la zona de Jura, Emmanuel Lançon, es la golosina que atrae al mundillo de la especulación. A Montia, Murmures llegó de la mano de la buena amiga Luisa, de @vinosautenticos, que de forma tajante nos avisó: “Esto tenéis que tenerlo”.
Tras meses en la bodega, una noche lo catamos. Al descorche, el vino pegó una explosión aromática en la mesa como jamás habíamos experimentado. Fue asombrosa la rotundidad de los iniciales aromas lácticos y a frutos rojos que de golpe nos dieron en la nariz. “Aquí hay algo gordo”, dijimos.
Al olerlo con detenimiento, el vino evoluciona de cuero y madera a notas animales, típicas en la uva poulsard. En boca, Murmures agranda su complejidad. No es un vino fácil, no es perfecto, no es equilibrado. Sin embargo, esas dificultades son claves para armar el juego de las armonías que construimos en Montia.