Volvemos. Comienza una nueva temporada. Cambios en el campo, en el bosque, huerto, setas, bodega, caza y en mil asuntos más. Cambios necesarios para seguir siendo lo mismo. Es en el movimiento donde Montia encuentra su sentido y su inspiración.
Estos días atrás visitamos a Pep en su huerto en Peguerinos, para buscar los frutos rojos que cultiva. Ahora, con el color radiante que ofrecen y concentrados de sabor, preparamos con ellos el dulce de torta de chicharrones y frambuesas con hierba limón.

Sin embargo, como sucede cada vez que visitamos a proveedores, la realidad reveló que buscábamos más cosas. A la huerta de Pep nos llevó la necesidad de conectar con él, el placer de escuchar historias acerca de verduras paseando a la falda de la montaña a orillas del embalse. Fuimos allí a saborear en su chamizo las mermeladas que artesanalmente elabora casi sin añadir azúcar.
Querer estar. Ese impulso de conectar nos llevó hasta Pep. Y compartir un trocito de su labor, que es su vida. De esa contemplación, amorosa y carente de pretensión, sabemos que nacen las musas en Montia, pero sin prisa y a su tiempo.