Hay rituales que se convierten en latidos sobre los que nuestra vida se sostiene. En Montia, uno de esos ritos que nos nutren en estos momentos son las setas y salir al campo en equipo a recolectarlas.
El jueves fuimos a por senderillas.
Y, de nuevo, como cada otoño, nos dimos cuenta, detrás del aparente gesto de recoger esta seta minúscula, las enseñanzas tan profundas que nos revela.
Las senderillas hablan. Sí. Y nos avisan de la necesidad de ir en equipo para hacer una buena recogida. Nos hacen hincar la rodilla sobre la hierba y doblar el lomo para educarnos en el valor y en el esfuerzo de lo que cuesta conseguir aquello que merece realmente la pena.
Le dan brillo a la palabra compromiso. Quien corta bien la senderilla al recogerla, ayuda al que posteriormente la limpia en la cocina y este, a su vez, permite que le quede rica al que la guisa: la deliciosa cadena de favores que debiera ser la vida.
Si un cocinero recoge bien senderillas, demuestra, en realidad, saber entregarse a las causas; y sólo desde esa entrega alcanzamos en la cocina nuestro objetivo de cumplir con la excelencia. Si eres cocinero y sabes recoger senderillas, te queremos en nuestro equipo.
Decimos que Montia busca hacer disfrutar al comensal del momento en el que vive y del lugar en el que está. Estos días a aquel que se sienta en nuestra mesa mostramos también la calidad humana de la gente que le cocina y le sirve… Y todo gracias al sencillo gesto que vive detrás de recoger estas minúsculas senderillas.