Caemos poco en la cuenta de que una de las primeras actividades que el ser humano llevó a cabo al asentarse y vivir en comunidad fue domesticar la planta de la vid y hacer vino. Huellas de aquello se encuentran en la zona del Cáucaso.
De ahí, de Georgia, procede este Pheasant´s Tear, de la uva autóctona saperavi.
Su crianza se realiza en tinajas de barro, llamadas kvevri, que quedan enterradas bajo tierra, como se elaboraba miles de años atrás. Una técnica que tiene todo el sentido, porque favorece la estabilidad térmica del vino, enriqueciendo la calidad de la fermentación.
En Montia, en el momento del maridaje, contamos esta historia en la mesa mientras decantamos el vino en nuestros propios jarrones de barro. Un homenaje al kvevri y a esos métodos ancestrales que permitieron traer el vino hasta aquí.